lunes, 11 de mayo de 2009

Mil lágrimas

Alzó su mirada empañada con dolor. Entreabrió sus labios amoratados por el llanto. Su voz trató de articular alguna palabra que expresara lo que sentía, pero su mente no alcanzaba a emitir la orden que nunca llegó a ejecutarse. Tan sólo lágrimas corrían libremente por sus mejillas. Miles de ellas, diminutas y saladas. Sangrientas quizá.

Su corazón compungido no podía sino temblar. Temblar de miedo, dolor y rabia. Y de un amor tan grande como esos tres sentimientos anteriores que la doblegaban. Sus uñas traspasaban la palma de sus manos mientras en su interior rugía el resentimiento, mientras su mente gritaba de agonía implorándole que se alejara.

Una amarga sonrisa cruzó su rostro. Que lástima que ella nunca hubiera sido una persona racional. Respiró hondo una última vez antes de ponerse de nuevo en pié. Se volvió hacia el mundo y volvió a dibujar aquella falsa mueca que simulaba lo que en días fue una sonrisa. Dibujó la alegría que no sentía en sus ojos y borró de sus mejillas cualquier rastro delatador del llanto pasado. Y continuó caminando.

viernes, 6 de marzo de 2009

Lo sé

Soltó un pequeño suspiro mientras esbozaba una pequeña sonrisa. Una chica de catorce años, de pelo moreno y rizado, ojos grises brillantes y una mirada divertida la esperaba con expresión angelical. Su hija. Aquella hija que Black no había llegado a conocer. De la que no sabía su existencia.

-Pórtate bien, Selene- le dijo sin poder evitar dejar escapar una risita.

-Sí, mamá- dijo la chica poniendo los ojos en blanco. Sonrió con ternura y besó la frente de su hija antes de que ésta subiera al tren.

Agitó la mano mientras el tren partía junto con el resto de alumnos. Dio media vuelta y comenzó a andar por el andén. Una mano envolvió su muñeca, tirando fuertemente de ella. Su respiración se cortó con brusquedad. Los mismos ojos que instantes antes había estado observando en su hija ahora la miraban a ella, en el cuerpo de un hombre de unos treinta y tantos, cuyos rasgos mostraban sufrimiento. Las lágrimas acudieron sin ser llamadas y se negó a expulsarlas mientras sus manos recorrían el rostro del hombre.

-Sirius- dijo casi con dolor. La frente de éste reposó sobre la suya. Podía notarle temblar.

-Era...- no se atrevía a decirlo, tan siquiera a imaginarlo, su voz se escuchaba congestionada, casi quebrada.

-Nuestra hija- apenas fue un susurro, pero fue suficiente para que él la escuchara. La miró directamente a los ojos, cubiertos también por lágrimas que bañaban también sus mejillas.

-Es... es preciosa... es... exactamente igual que tú...- dijo con dificultad.

-Tiene tus ojos- las lágrimas comenzaron la carrera por su rostro, perdiéndose en los dedos de Sirius, que las limpiaron.

-Shira yo... yo nunca... yo no sabía... yo...

-Lo sé- lo atajó antes de suspirar, cerrando los ojos. Estar tan cerca de él le dolía. Quería que cerrara el espacio entre ellos. O que se apartara.

-Shira... yo no... yo no fui... yo nunca hubiera delatado a James...- las lágrimas continuaban bañando sus mejillas.

-Lo sé, Sirius...- dijo inclinándose involuntariamente hacia él.

-Shira yo...

-Lo sé- volvió a cortarle antes de atrapar sus labios entre los suyos.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Me estoy empezando a aficionar de nuevo con esto de escribir de HP... diossss xDD

miércoles, 18 de febrero de 2009

Jamás es mucho tiempo

Sirius Black. El moreno más buscado y deseado en todo el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. El merodeador más irresponsable. El amigo más fiel. Sí, ése Sirius Black.

En el interior de su apariencia extrovertida, divertida y juerguista, se encontraba el alma seca, solitaria y triste de un niño que tiempo atrás dejó de creer que sus sueños algún día se harían realidad, se encuentra un alma magullada por el paso de los años, resquebrajada a golpes de varita, un alma desconfiada entregada única y exclusivamente a sus amigos.

Así lo había decidido. Nunca entregaría su corazón a nadie, pues nadie lo cuidaría, volverían a pisoteárselo una y otra vez. Sirius Black jamás confiaría en el amor. Y jamás, es mucho tiempo.

::::::::::::::::::::::::

Cortito y cutre... pero quería escribir algo...

(8)Como un niño que aún confía en sus sueños(8)

lunes, 16 de febrero de 2009

Sueños de papel

-Oh, vamos, Black, lárgate de una vez- lo apremió ella con el entrecejo visiblemente fruncido mientras acunaba al pequeño bebé entre sus brazos- ¿O a caso crees que las medicinas van a traerse solas?

-¿Por qué tengo que darle a mi ahijado cualquier tipo de remedio estúpido muggle cuando un hechizo lo solucionaría todo antes y mejor?- preguntó casi con infantilismo el alto moreno. Ella puso los ojos en blanco.

-Sólo de ver lo que los hechizos hicieron de ti… me fío más de los remedios muggles- repuso a la par que ladeaba la cabeza- Nunca hubiera pensado que llegaría a verte preocupado por alguien que no fueras tú mismo, Black.

-Por mi ahijado daría hasta la última gota de mi sangre- dijo con seriedad.

-Me gustaría verte en el futuro cuidando de tus hijos…- sonrió levemente ella.

-¿Hijos? ¿Qué hijos?- preguntó casi con horror.

-¿Nunca has pensado en tener un hijo?- preguntó claramente sorprendida.

-No. Tener un hijo significa cuidar de él toda la vida… y yo no sería capaz de preocuparme por él durante tanto tiempo- dijo con esa sonrisa suya, tan… Black.

-Típico de ti…- masculló la chica y, al ver que Sirius volvía a abrir la boca, añadió- O te vas a la de ya o saco mi varita y te mando a la farmacia a puntapiés.

El merodeador abandonó la casa refunfuñando para sí mismo. Caminó pisando fuertemente el suelo, como si le culpara de cualquiera de sus problemas. Aquella chica le ponía de los nervios. ¿Chica? Bueno, aquella mujer que había conocido años atrás en la escuela. ¿A qué enajenado se le había ocurrido dejarle a él a cargo de un bebé? A James… ¿Quién si no? Pero, por suerte o por desgracia… Lily era mucho más racional y había mandado a Smith a supervisarlo todo.

Compró las medicinas en la farmacia del pueblo y se dirigió de nuevo a la casa, entrando de camino al supermercado a coger algo de comida. Agradeció a Merlín y a toda su Orden de Caballeros porque Smith entendiera algo de medicina muggle y hubiera sido capaz de anotarle en un papel todas y cada una de las palabras que debía decir, incluso el “hola”, el “gracias” y el “adiós”, cosa que, pese a molestarle, le había hecho bastante gracia.

Cerró la puerta tras de sí con un leve golpe de pié mientras caminaba hacia la sala, donde había dejado veinte minutos antes a su ahijado y a su tormento particular.

-He comprado también algo de comer por si tenías…- se calló de golpe al observar la estampa.

El bebé y su cuidadora dormían en el sofá arropados por la pequeña manta del pequeño, ambos emanaban una paz que transmitían sus rostros tranquilos, mecidos por los apacibles brazos del sueño. Una pequeña y dulce sonrisa se curvó en los lascivos labios de Sirius Black. Se acercó con sigilo a ellos y se sentó a su lado, acariciando el pelo de la morena con la mano.

No había mentido al decir que nunca había pensado en tener una familia, jamás había vivido lo que eso era. Pero ahora, al verlos, al sentirse parte de ésa imagen, sonrió. Se vio a sí mismo y la vio a ella, abrazados en un sofá parecido a aquel, con sus manos entrelazadas y dos pequeñas criaturas de pelo oscuro corriendo alrededor suyo. Sintió una agradable sensación inflándose en su pecho, que pronto dejó cabida a la desazón producida por lo imposible de la realización de ese sueño.

-Podría cuidar eternamente de ti y de nuestros hijos- susurró enmascarando un pequeño suspiro.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

He decidido volver a intentar escribir así que... iré publicando en este blog lo que surja... si hay alguna historia larga avisaré (?) xD

Si lo has leído... deja un comentario xD sino... ¿Quién aprende? =)